El siguiente artículo relacionado con este tema, está escrito por Serafín Murillo Dietista-Nutricionista del CIBERDEM.
" La aparición de la diabetes suele causar un fuerte impacto tanto en el ámbito personal, familiar como laboral. Para afrontarlo es necesario que la persona se adapte lo más rápidamente posible, a la vez que mantiene sus hábitos y costumbres previos al desarrollo de la enfermedad. En este aspecto, el ejercicio físico o la práctica de deporte juegan un papel fundamental. Todavía sucede que muchas personas dejan de hacer ejercicio o abandonan el deporte que mas les gustaba practicar pues no son capaces de controlar su diabetes cuando hacen ejercicio. Mucho peor aún es el caso en el que alguna persona con diabetes abandona su deporte motivado por el consejo de algún integrante de su equipo médico.
En la actualidad existe información suficiente y al alcance de todos
como para evitar este tipo de situaciones. No obstante, no se puede
negar que la práctica de ejercicio de forma intensa o de competiciones
deportivas puede alterar el control de la diabetes. Para evitarlo es
necesario un trabajo de colaboración que incluya al paciente, a su
familia, al equipo médico y a los entrenadores o preparadores
deportivos. El ejercicio físico debe ser tratado como un factor más en
el complejo equilibrio que supone el control de la diabetes. El
paciente, que ya conoce el contenido de hidratos de carbono de los
alimentos o la relación con las dosis de insulina, debe entrenarse en
cómo modificar estos factores según la intensidad, la duración o la
frecuencia con la que realiza el ejercicio.
A continuación, se responderán algunas preguntas que se suelen hacer en relación a la diabetes y el ejercicio físico.
¿Se puede hacer ejercicio si se tiene diabetes?
No solamente se puede, sino que se debe hacer. La
práctica habitual de ejercicio físico se asocia con un mejor estado de
salud general y con la prevención de algunas enfermedades. Está
demostrado por varios estudios que aquellas personas más activas viven
más años y mantienen una mejor calidad de vida. Es por ello que en los
últimos años se intenta luchar contra el sedentarismo, entendiéndolo
como un factor de riesgo de problemas cardiovasculares y asociado a una
mayor mortalidad.
Por tanto, si una persona ya era deportista habitual antes del
diagnóstico de la diabetes se debería conseguir que siga realizando ese
ejercicio o deporte que practicaba anteriormente. En el caso de los
deportes de competición o algunos deportes de larga duración o muy alta
intensidad es posible que sea necesario un cierto periodo de adaptación.
En esta fase, se incrementará de forma progresiva la intensidad o la
duración del ejercicio a medida que se aprende más sobre la diabetes y
se conoce mejor la respuesta a cada tipo de actividad física. Es el
momento de conocerse más a uno mismo, haciendo más controles de glucemia
de los habituales antes, durante o después de los entrenamientos o
competiciones. No se debe tener prisa, poco a poco los resultados irán
apareciendo.
Las personas sedentarias deberían animarse a practicar algún tipo de
ejercicio físico o, como mínimo, incrementar sus niveles de actividad
física diarios mediante ejercicios cotidianos de su día a día como
caminar, subir escaleras o bailar. Un estilo de vida más activo es
recomendado a toda la población y especialmente a aquellas personas con
diabetes. En estos casos, el inicio del ejercicio debe ser de forma
mucho más progresiva, pues la falta de entrenamiento puede provocar
efectos más importantes sobre el organismo y sobre los niveles de
glucemia.
¿Practicar ejercicio de forma regular mejorará el control de la diabetes?
En primer lugar el ejercicio físico habitual se asocia a un mejor estado
de salud general pero no siempre a una mejora de los niveles de glucosa
en sangre. En aquellas personas con diabetes tipo 2, que habitualmente
presentan sobrepeso, el ejercicio físico regular se ha demostrado
beneficioso en el control metabólico, reduciendo los niveles de
hemoglobina glucosilada. Este efecto del ejercicio es similar al que
pueden llegar a conseguir algunos de los fármacos utilizados en el
tratamiento de la diabetes. Además, a diferencia de los fármacos, el
ejercicio no tiene efectos secundarios.
En la diabetes tipo 1 es donde actualmente existe más controversia.
Parece ser que los estudios realizados no muestran con claridad cual es
el efecto del ejercicio sobre el control glucémico. Queda muy claro que
una mayor actividad física provoca una reducción de las necesidades de
insulina. Es decir, las personas más activas utilizan menos dosis de
insulina que las sedentarias. Pero esto no significa que el ejercicio
mejore los niveles de glucemia en personas con diabetes tipo 1. En este
tipo de diabetes, el resultado de la glucemia depende del equilibrio
entre insulina, alimentación y ejercicio. Si el deportista con diabetes
no sabe regular acertadamente estos tres factores es probable que no
mejore su control glucémico. Parece claro que es necesario un buen
conocimiento de estos factores, insulina alimentación, y ejercicio, para
conseguir una óptima regulación de la diabetes.
¿Se puede llegar al deporte de élite con diabetes?
Esta claro que sí. Existen los ejemplos de algunos deportistas con
diabetes que compiten al máximo nivel. Este es el caso de David Lozano o
Javier Megías, del equipo ciclista profesional Team Novonordisk,
formado íntegramente por ciclistas con diabetes. Compiten a nivel
internacional enfrentándose a equipos de la máxima categoría. Otro
ejemplo es Adam Morrison, estadounidense, jugó algunas temporadas junto a
Pau Gasol en los LA Lakers de la NBA, la mejor liga de baloncesto del
mundo. Recientemente, Beatriz García ha sorprendido a mucha gente
logrando el reto de participar en la prueba 4 Deserts, una de las 10
pruebas de ultradistancia más duras del mundo. Se tenacidad y
determinación le han hecho superar todas las barreras, incluso las que
la diabetes impone.
Hay muchos ejemplos más, como el esquiador de fondo Kris Freeman, el
remero Steve Redgrave o el alpinista Josu Feijoo. Pero existen muchos
más deportistas con diabetes que han llegado a alcanzar un alto
rendimiento. Muchos de ellos, la mayoría, no han llegado a la élite pero
pueden estar satisfechos de conseguir grandes resultados personales.
Seguramente muchos de ellos se han preguntado alguna vez si ha sido la
diabetes la que ha impedido un mayor rendimiento.
En principio, si la diabetes está bien controlada no se afectaría el
rendimiento deportivo, especialmente en deportes que necesitan una menor
prestación física, en los que se destaca más por la técnica o la
habilidad. En cambio, la diabetes podría afectar más en aquellos
deportes de mayor rendimiento físico, donde es necesario demostrar la
fuerza o la resistencia. También se debe considerar que aquellos
deportes que permiten el avituallamiento o que incluyen pausas durante
su desarrollo facilitan un mejor control. Por ejemplo, durante un
partido de tenis existen descansos cada pocos minutos donde es posible
comprobar la glucemia y tomar hidratos de carbono si fuera necesario. En
cambio, durante un partido de fútbol no se puede parar durante los 45
minutos de cada parte.
¿Es seguro realizar ejercicio si se tiene diabetes?
La complicación que se asocia más habitualmente a la práctica de
ejercicio físico es la hipoglucemia. El incremento de los niveles de
actividad física se asocia a un mayor número de hipoglucemias. Esto se
produce pues al realizar ejercicio físico, el trabajo muscular consume
en parte glucosa de la sangre como combustible. Si este consumo muscular
de glucosa no se compensa rápidamente con el aporte de hidratos de
carbono o no se reducen las dosis de insulina o de fármacos, la
hipoglucemia aparecerá con una gran probabilidad. Este efecto del
ejercicio se mantiene incluso varias horas después de su realización, lo
que da lugar a la aparición de la denominada hipoglucemia
post-ejercicio o hipoglucemia tardía, normalmente nocturna.
La hipoglucemia asociada al ejercicio se previene mediante la
información. Eso es. El conocimiento ayuda a saber qué decisiones tomar
durante y después del ejercicio. Por ejemplo, conocer cuál es el efecto
de cada una de las insulinas que se toman, qué cantidad de alimento se
debe suplementar durante y después de la actividad, realizar más
controles de glucemia e incluso usar sensores continuos de glucosa. Todo
ello contribuirá a reducir el número de hipoglucemias y a reducir su
intensidad.
Por otro lado, el ejercicio se ha asociado a un empeoramiento de las
complicaciones producidas por la diabetes. En muchos casos se aconsejaba
no practicar ejercicio físico a aquellos pacientes con retinopatía,
nefropatía o pie diabético. Las recomendaciones están cambiando en los
últimos años, pues se ha comprobado que el ejercicio físico a moderada
intensidad puede incluso mejorar el estado de algunas de estas
complicaciones. La base está en adaptar cada ejercicio a las
características de estas complicaciones. Por ejemplo, ante la presencia
de pie diabético se practicarán ejercicios sin impactos, como nadar o ir
en bicicleta, u otros que impliquen solamente actividad del tren
superior como el remo. Incluso en estos casos, la diabetes no debe
impedir realizar ejercicio de forma habitual.
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